sábado, 18 de abril de 2009

Noche, colores.

Se envuelve en hojas de mango, caídas hace algunos cientos de estaciones. Cae de la nube en la que se encontraba hasta hoy. Muere en la nada, justo a mitad del cielo. Donde suponen que Se encuentra.

No hay arpas ni sol brillante, mas tampoco es oscuro. Hay cierto equilibrio inquietante del que pocos estan al tanto. Nadie flota, planea, nada o camina, sino todo lo contrario. A veces estan y a veces se ausentan. Siempre en la misma proporción. Siempre incontrolable, siempre siguiendo el mismo patrón.

Las letras, la tinta, el papel o las paredes, la mano, la mente y el cabello enmarañado.

Dicen que lo rojo será blanco y alterará mi aspecto. Dicen que tengo que talar el bosque, que tengo que ser lo más antinatural que me sea posible para que sea correcta mi forma de vivir, pero no entienden que para vivir no hay forma, fórmula o receta a seguir. Para vivir simplemente se debe respirar. Ya no se requiere caminar, sonreír, sentir o pensar. A veces ni siquiera respirar por ti mismo (supon que los tiempos cambian).

Aquellos días de hermoso sol terminaron. Aquellos días de juegos inocentes y travesuras de cartón han llegado a su fin. Aquellos días de otoños entrañables e inviernos perfectos acaban de irse a la mierda.

Ahora solo hay que esperar.

miércoles, 8 de abril de 2009

¿Es esto vida?


A veces cuando estoy solo (y ese a veces es aproximadamente el 85% de las ocaciones) me da por pensar en la inmortalidad y las espirales del caracol; en el cielo y el mar que se tienen envidia y viven peleando desde tiempos que nadie recuerda ya; en los árboles de mandarina y los pétalos de su piel...

Pero a veces también pienso en mí.

¿De dónde vengo? No lo sé. Creo que antes de la vida terrenal me encontraba perdido en otra dimensión que en estos momentos no alcanzo a comprender. En este lugar donde me encuentro ahora, entendimiento es lo que falta.

¿Por qué he venido? No lo sé. No pedí venir a este lugar. No que recuerde al menos. Ni siquiera termina de agradarme aquí. Soy piel, carne y muchos huesos. Nada especial.

¿A dónde voy? Una vez más, no lo sé. No tengo la más mínima idea de mi rumbo. Tal vez ni siquiera haya un rumbo. Alguna vez escuché a alguien decir que la vida es una sala de espera, o más bien como un túnel subterráneo en el que no debes hacer nada más que ir.

Y la verdad es que ninguna de éstas preguntas me inquieta tanto. Pero hay otras dos que sí lo hacen y no entiendo por qué.

¿Qué he hecho?

No he sido excepcional para nada. No he viajado, nunca he ganado gran cosa, no he sido especial para casi nadie, nunca he hecho nada que me haga ganar dinero, nunca he sido muy útil para nadie, ni siquiera a veces para mí mismo. No he escrito una canción hermosa que remueva los adentros a multitudes, no he disfrutado de mi ni de nadie al cien por ciento, ni siquiera he disfrutado algún momento de mi vida.

Solo escribo historias. Solo oprimo teclas o trazo líneas de tinta barata sobre un papel. Solo me limito a divertirme inventando universos. Y no he podido llegar a nada realmente.




¿Qué soy?



Soy nada.