miércoles, 30 de septiembre de 2009

Límites. Estar bien. No encuentro.

Hoy es un día de esos.

Un día de esos en los que veo a personas que no estan ahi. Miro a la pared y aparecen. Presto un poco más atención pensando que se esfumarán, pero permanecen ahí paradas.

Es uno de esos días en los que no puedo sacármelos de la cabeza. En los que no consigo sacar nada. En los que las palabras, las imágenes e ideas en general se quedan atascadas dentro. La mano y la boca funcionan, mas no crean abolutamente nada.

Es uno de esos días en los que siento que en verdad me esta invadiendo y afectando aquello que no debería.

De esos días.

domingo, 27 de septiembre de 2009

Ahora sí, Bulbo.


Desde mi punto de vista, al no tener gran cosa qué hacer y no tener dinero para hacer las cosas, en caso de que tuviera cosas qué hacer, la mejor opción es salir a tomar fotos para mi tarea con ellos. Digo, es divertido y no gasto gran cosa.

Anoche sentí como si fuese a un funeral. A un funeral muy animado donde no conocía a casi nadie y era el único que no llevaba el código de vestimente requerido. Y todos los que pasaban me miraban y decían "eso es azul" o "¿por qué no vienes de negro?". Me daba pereza explicar que no era azul, que era turquesa y que no me gusta vestir totalmente de negro. Así que decidí tomar cada comentario, meterlo en el bolsillo y quitármelos de encima cuando me quitara los pantalones. Los cuales sí eran negro, por cierto.

Digo, no fue una mala fiesta, para nada. Lo pasé bien, aunque también todo el mundo preguntaba por qué venía solo. Eso es algo incómodo. No porque no me guste hablar de eso, sino porque tuve que repetirlo como quince veces. Aunque me alegró que hayan preguntado sobre ella. Me hubiera sentido algo mal si nadie hubiese notado que no había ido.

¿En qué me he convertido? Escribiendo lo que pasó mi noche anterior casi con lujo de detalle.

He cambiado. Sin duda he cambiado. Y no me gusta. No me gusta para nada en el sentido en que la escuela ha succionado una de las dos únicas partes de mi vida que no debería. Mi parte pensante.

Me enferma no encontrar las palabras para expresar lo que realmente siento. Me enferma también la inseguridad que me ha provocado éste último semestre. Necesito salir ya. Quiero que mañana sea veinte de noviembre y falten pocos días para irme.

También quiero que sean las ocho de la noche y vuelva a la ciudad que tanto llegó a odiar.

sábado, 26 de septiembre de 2009

Una mancha rojo intenso en la pared.

Miss Pretty Lips told me to. I had no other option. I did it. I pulled the trigger.

Una extraña nube roja salió por un agujero detrás de mi cabeza. Una hermosa nube escarlata. Escarlata, como el color del cielo en esa pesadilla recurrente en la que el mundo se termina y sujeto fuertemente la mano de mi padre. Pesadilla en la que todos sabemos que moriremos, pero estamos en calma. Asustados, pero en calma. Y todos vemos hacia arriba, donde se supone que debía estar el cielo, pero en su lugar había un infinito manto escarlata con cuerpos celestes colgados de ella.

Dentro de esa nube se podía ver una maraña de palabras. No, no hablo figurativamente. Literalmente podías ver un enorme nudo de palabras luchando entre ellas por salir, pero no podían, pues ni siquiera tenían un canal de salida. Si alguien se hubiese atrevido a tomar esa nube entre sus manos y romperla, esas palabras se hubieran escuchado sin sentido alguno. Un simple grito de enormes magnitudes. Ondas sonoras sin ritmo alguno, de frecuencias y anchuras distintas. Sin coherencia o cohesión.


Si, así me suicidé. Por órdenes de una criatura imaginaria. Pero era la criatura imaginaria más hermosa. Se llamaba Sofía y era treintañera pelirroja.