viernes, 23 de abril de 2010

Sofía de nuevo.

Ahora escucho a un ave cantar. No sé qué tipo de ave es, pero la imagino negra. Pequeña, del tipo de aves que hay en cualquier ciudad, solo negra.

-Realmente no suelo soñar ese tipo de cosas, por favor no te sientas mal. Mis sueños suelen ser bastante abstractos. Sueño formas, olores, fuego. No sueño lo que espero venga, sueño lo que tengo dentro.

-Ah, va. Entiendo. Y no, no me siento mal. Solo es extraño conocernos de hace tanto y jamás haber aparecido en uno de tus sueños. Solo es eso. ¿No crees que es extraño?

-Realmente no. Lo más normal que he llegado a soñar es que camino sola por quién sabe dónde.

Esa fue su respuesta al egoísta reclamo de J por jamás haberlo soñado. Por supuesto ella no se incomodó gran cosa. No le quitó el sueño ni robó su conciencia. Para ella, J no era nada más que un sujeto infantil que pasaba por la calle un buen día y se atrevió a hablarle. Un tipo bien parecido, pero nada más, nada muy especial.

Claro, tuvieron mil y un citas, infinitas risas acompañadas de otras personas o en lugares totalmente desiertos. Naturalmente para él significó mucho más que para ella, y no es que a ella le fuese indiferente, es solo que en alguien especial no buscaba risas ni buenos momentos. Erróneamente, si me lo preguntan, pero esa era su forma de pensar. Y no se dió cuenta de su error hasta que fue muy tarde. Hasta que el polvo de J se disolvió en el líquido que inunda el Universo.

J se convirtió en una constelación al otro extremo del infinito y ella quedó ahí, inmóvil.

I know you want me to tell you everything.

But I will not.

Hay puertas que nadie tiene el valor de cerrar. Puertas que no comprendemos, puertas que nos asustan. Las puertas del infierno, las puertas del alma, las puertas de la mente. Puertas que siempre nos acogerán con gusto*.

Y la brisa me da de frente. Asi es, la brisa me da de frente cuando me pongo a cantar.

Es curioso como puedes aprovechar todo lo que esta a tu alrededor. El mar, el cielo, el suelo y la paz.

Hoy tengo ganas de nada. Hoy quiero tirarme al suelo, cara al infinito y pensar. Pensar, pensar, pensar, pensar. Hasta que termine el día. Hoy quiero estar físicamente tranquilo, con el alma y la mente en otro lado. Hoy quiero creer que la magia funciona. No quiero dejar que muera.

Hoy quiero seguir mencionando canciones y que nadie lo note.

Alguien ayúdela, no puedo ser yo.



*Nótese la omisión de las puertas del cielo en estas líneas.

domingo, 18 de abril de 2010

Otra historia sobre los últimos días del mundo.

Lo siento, no puedo permanecer callado un minuto más. Debo abrirme el pecho y soltar la verdad al mundo. Que salga el humo, se convierta en aves negras -como el ave de la historia que inventé para ti- y se disperse por el cielo, cubriéndolo todo.

El día que la verdad sea contada, el cielo dejará de ser azul. Tal vez mi pesadilla recurrente se haga realidad. Escarlata es el color del miedo, mi miedo.

Nunca había aceptado ante nadie cuánto me gusta esperar. Cuánto me gusta esperar solo, mejor dicho. No existe mejor sensación que estar ahí, contigo mismo, haciendo nada. Piensas, reflexionas, te sientas, te levantas, te desmoronas. Pero solo. Nadie te mira mientras esperas. Y siempre sabes que terminará, pues, para bien o para mal, alguien vendrá a detenerte porque la espera siempre termina. No hay espera eterna.

La verdad es que extraño las cosas que nunca pasaron, sucios secretos que nadie descubrirá jamás, pues quien los sabe ahora esta muerto. Todo ha ido acorde al plan, su boca ha sido clausurada por las divinidades de tiempos ancestrales donde aún se escribía en piedra. Su cabeza ha sido por fin segada y escondida donde nadie la encontrará jamás, pues imposible ha resultado destruirla.

Sí, segada con s, pues su pobre cabeza sigue viendo, aunque lo único que ahora ve sea la oscuridad interior del recipiente donde se encuentra.