lunes, 21 de julio de 2008

Yo.

A veces pienso en la posibilidad de escribir música, pero realmente nunca sale lo que deseo. Nada me satisface en ese aspecto. No siento ser bueno para hacer melodías pegajosas, ni dulces, ni agresivas ni amargas.

Es bastante desagradable.

Otros días pienso en el hambre. En la pobreza. En las sequías. En las enfermedades. En las guerras. Y me frustro. No sé, en parte soy de los inocentes que quieren creer que se puede cambiar el mundo. Pero en dos segundos me convenzo de que en este mundo no parece haber actos buenos. Solo maldad disfrazada de benevolencia.

Creo firmemente en mí y en Dios. Pero en un Dios que es en realidad tan grande que no somos capaces de entender. Que es realmente todopoderoso, que es inmune a las dudas de pequeñas criaturas insignificantes como lo son los humanos. Mi Dios es el Universo mismo, pues no hay nada más incomprensible para nosotros que él.

Somos pequeños. Tratamos de entender. Pero no hemos llegado a nada realmente.





Ni llegaremos.

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