Lo voy a lograr, lo sé. Pero eso no es lo que vine a decir.
Cuando me veas caminar por las calles, el viento o las azoteas, déjame tranquilo si no estás seguro de lo que ves. Déjame tranquilo si me escurro de tu vista. Déjame tranquilo si me escapo en un soplido. No tengo grandes cosas que decir, pues mi mente se estrecha conforme pasan los días.
Perdóname Joao, pero ya no vivo sonhando.
Yo sólo quiero dormir. Dormir en paz y no despertar en unos tres años. Dejar que mi recuerdo se asiente en la solución coloidal que es la vida y, al despertar, tomar una nueva forma, fundido a ti. No pido más.
Y ¿quién lo diría? La física sigue siendo mi placer culpable.
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