sábado, 26 de septiembre de 2009

Una mancha rojo intenso en la pared.

Miss Pretty Lips told me to. I had no other option. I did it. I pulled the trigger.

Una extraña nube roja salió por un agujero detrás de mi cabeza. Una hermosa nube escarlata. Escarlata, como el color del cielo en esa pesadilla recurrente en la que el mundo se termina y sujeto fuertemente la mano de mi padre. Pesadilla en la que todos sabemos que moriremos, pero estamos en calma. Asustados, pero en calma. Y todos vemos hacia arriba, donde se supone que debía estar el cielo, pero en su lugar había un infinito manto escarlata con cuerpos celestes colgados de ella.

Dentro de esa nube se podía ver una maraña de palabras. No, no hablo figurativamente. Literalmente podías ver un enorme nudo de palabras luchando entre ellas por salir, pero no podían, pues ni siquiera tenían un canal de salida. Si alguien se hubiese atrevido a tomar esa nube entre sus manos y romperla, esas palabras se hubieran escuchado sin sentido alguno. Un simple grito de enormes magnitudes. Ondas sonoras sin ritmo alguno, de frecuencias y anchuras distintas. Sin coherencia o cohesión.


Si, así me suicidé. Por órdenes de una criatura imaginaria. Pero era la criatura imaginaria más hermosa. Se llamaba Sofía y era treintañera pelirroja.

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