martes, 27 de octubre de 2009

He matado.

Primero eran naves, después ardieron en fuego. Y como que el fuego ardía, atraía a la multitud. Gritaban, reían, bailaban alrededor de la hoguera. A la vieja usanza. Como en las ancestrales civilizaciones, cuando a sus Dioses veneraban. Sus Dioses paganos.

Y en la orilla, nosotros. Observando. Tú, entre mis brazos. Yo, recordando otros tiempos. Tiempos donde las naves eran mías, cuando no pensaba en los Dioses paganos. Días de otoño, muy parecidos a ese, pero días solitarios. Días de vacío. Días de no tener nada.

Y como resultado, nostalgia.

Pero todo cambia, y cambia de verdad. Dicen que solo se trata de morir o matar. Yo prefiero matar. Si bien lo dí todo por quien creía merecerlo, al día de hoy he aprendido a observar. He matado. He matado y lo he disfrutado como pocas cosas se disfrutan en la vida.

He matado sin decirle a nadie. Mi sucio y dulce secreto. He matado, desmembrado, devorado y quemado miles de cuerpos. Nadie lo sabe. Las alma se apagan, pues tambien las devoro. Por eso ahora no vivo rodeado de gente. Me he deshecho de casi todos.

Les recomiendo matar. Matar, desmembrar y devorar.

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