jueves, 1 de julio de 2010

La vida.

Alguna vez fui joven.

Es como sentarte sobre el piso húmedo. Sentir el frío y la vergüenza escalando lentamente tu columna vertebral. Todos nos vamos a ir, ¿sabes? Todos al mismo lugar. Seas el ídolillo tallado en madera, seas las vigas de acero que sostienen y hacen fuerte el gran edificio del mundo, seas tú mismo o seas quien seas. Todo, en el final, todo a la mierda.

Y ¿por qué? Porque de eso se trata todo. Poco tenemos qué hacer acá realmente, pero si estamos quietos, nos ponemos inquietos. Esa es la razón del todo. La quietud, la inclemente quietud. Pocos podemos quedarnos quietos y los que podemos no es más que por un rato.

A veces me pienso Karl Rossmann, con su propia idea del mundo, de un mundo completamente ajeno al que se ha tenido que enfrentar ahora, donde sus viejos conceptos se destruyen ante el gigantesco monstruo de lo absurdo. Nada tiene verdaderamente un sentido.

Hoy verdaderamente no entiendo nada, me he despertado muy tarde y la noche aún me pesa.

1 comentario:

aamb dijo...

Buenos días, ya estoy en la oficina tempranito y leyendo esto hmmm nunca había visto esa foto.
Bueno pues te deseo que tengas un bonito día, nos veremos al rato y quizás mañana haya una sopresa para tí.

te amo demasiado