jueves, 8 de julio de 2010

El ladrón.

Ladrón, criminal, llámame como quieras. Siempre llegaré antes. Siempre tomaré lo que me venga en gana. ¿Y tú? Tú preguntarás. Tú te disculparás. Tú fracasarás. Llevarás una vida tranquila, eso sí. Carente de verdaderos problemas, como la mayoría de las personas desea su vida.

Es una lástima, ¡veía tanto futuro en ti! No te imaginaba encadenado a una vida asi. Plana, sin sobresalto alguno. Insípida. Sin humo, sin niebla, sin turbiedad. Una vida que se vive plenamente durante el día. Ambos sabemos que vales mucho más que eso. Lo último que quería para ti era la claridad que vive día a día el hombre. Nosotros estamos más allá de eso y es una lástima quedarnos bajo la luz, bajo la lupa. Es una lástima, ¡veía tanto futuro en ti!

Ahora sabes cuál es la diferencia entre tú y yo. Ahora sabes la razón. Ahora sabes que atreverse un poco nos dejará siempre recompensas inimaginables. Tu vida terminará bien, durará mucho tiempo. La mía podría terminar antes de escribir la siguiente palabra, no lo sé. Podría este ser mi último respiro y yo no me daría cuenta. Pero ¿y qué? ¿Dónde esta lo malo en esto? ¿O en tu vida? En ninguna parte, solo hay diferencias.

Diferencias irreconciliables. Como en los divorcios.

¿Qué más da? Así son las cosas.

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