jueves, 28 de octubre de 2010

Un millón de pasos más adelante.

"Estoy condenado a tenerla en mi mente hasta el fin de los días -dijo J-. No tengo otra opción. Si quieres que salga deberás abrirme el cráneo y extraerla con tus propias manos. No hay otra manera."

A esas alturas J ya se encontraba lejos, aunque eso no significa que fuese libre. Existía un lazo invisible entre los dos. Un larguísimo lazo, pues se encontraban a miles de kilómetros de distacia. Realmente estaba condenado. Realmente jamás tuvo opción. El exilio fue inútil.

J quedó, ante quien lo conoció, como un infeliz sin carácter, sin otro motivo para vivir que una mujer de la que había cometido el grandísimo error de alejarse.

1 comentario:

aamb dijo...

Sabes algún día (quizás pronto) me dedicaré a hacer una recopilación de todos tus cuentos cortos, los haré un libro y luego junto a el de amigos y juguetes los encuadernaré para tenerlos conmigo en mi mesita a lado de mi cama para que en las noches que no pueda dormir los tome, los lea y así sentir que estas conmigo.

te amooo

y trataré de hacerlo lo mas pronto posible. n_n