lunes, 5 de octubre de 2009

Fingers.

Dime una cosa, cuéntame una historia. La historia del pan, de la escritura, de tus hijos, de tus padres o del mundo. Cualquier cosa va.

Cuéntame de cuando piensas en mí. ¿Cierras los ojos? ¿Se forma en tu cabeza una nítida imagen de mi rostro, mis zapatos y cómo visto? Dímelo, quiero saberlo, pues de vez en cuando, mientras estoy solo, clausuro mis oídos, desconecto mis extremidades y vuelo hacia tu recuerdo. Y veo por la parte interior de mis párpados tu rostro, cada uno de tus cabellos y el brillo que desprenden cuando la luz del Sol se recuesta suavemente, como la lengua del furioso demonio sobre la piel de la criatura que se dispone a corromper.

Veo también tu piel. Su extraño color. Tus ojos de miel que atrapan un pedacito de mi alma cada que me miran. Incluso su imagen mental parece arrancar una parte. Veo las sombres que viven en tus manos, esas sombras que me cobijan cuando no resisto al mundo. Esas sombras que me llevan a lugares en los que nadie jamás podría encontrarme.

Hoy puse uno de tus viejos discos. Los encontré todos, en una caja cubierta de polvo. Intactos, simplemente olvidados tanto por nosotros como por el ambiente. Tú y tus extraños discos. Justamente elegí, sin saberlo, el que más recordaba. Ese que no tiene nada. Solo ruidos sin sentido. Ruidos sin sentido cargados de un muy agresivo color rojo. Me preparé algo de café y encendí un cigarrillo.

En esos momentos no tenía ni idea de que se trataría de mi último cigarrillo.

Lo encendí, lo fumé poco a poco y lo disfruté como si lo fuera. Sentado ahí solo en la mesa. El cenicero escupiendo ya colillas y cenizas de los cigarrillos del día anterior. La máquina de escribir algo abandonada por un lado del centro de mesa. Las demás sillas ocupadas con papeles llenos de letras, de sílabas, de líneas, de nada. De pronto se coló a mi mente -probablemente por mis ojos- un airesillo con un ligerísimo sabor a nostalgia.

Y justo en ese momento me di cuenta de que debía irme.

Más que solo darme cuenta, nació una urgente necesidad de salir de ese lugar y alejarme tanto como pudiera.

Hoy me encuentro bajo un arbol, algunos kilos más ligero y no recuerdo nada luego de terminar ese cigarrillo.

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