domingo, 18 de abril de 2010

Otra historia sobre los últimos días del mundo.

Lo siento, no puedo permanecer callado un minuto más. Debo abrirme el pecho y soltar la verdad al mundo. Que salga el humo, se convierta en aves negras -como el ave de la historia que inventé para ti- y se disperse por el cielo, cubriéndolo todo.

El día que la verdad sea contada, el cielo dejará de ser azul. Tal vez mi pesadilla recurrente se haga realidad. Escarlata es el color del miedo, mi miedo.

Nunca había aceptado ante nadie cuánto me gusta esperar. Cuánto me gusta esperar solo, mejor dicho. No existe mejor sensación que estar ahí, contigo mismo, haciendo nada. Piensas, reflexionas, te sientas, te levantas, te desmoronas. Pero solo. Nadie te mira mientras esperas. Y siempre sabes que terminará, pues, para bien o para mal, alguien vendrá a detenerte porque la espera siempre termina. No hay espera eterna.

La verdad es que extraño las cosas que nunca pasaron, sucios secretos que nadie descubrirá jamás, pues quien los sabe ahora esta muerto. Todo ha ido acorde al plan, su boca ha sido clausurada por las divinidades de tiempos ancestrales donde aún se escribía en piedra. Su cabeza ha sido por fin segada y escondida donde nadie la encontrará jamás, pues imposible ha resultado destruirla.

Sí, segada con s, pues su pobre cabeza sigue viendo, aunque lo único que ahora ve sea la oscuridad interior del recipiente donde se encuentra.

2 comentarios:

aamb dijo...

me alegra que hayas escrito, aunque bueno, despues de todo aun sirve tu computadora.

te amo demasiado

aamb dijo...

sabess recorde lo que nos dijo la mamá de rogelio y senti bonito ji

alguien nos espera en casa, no hay que tardarr. n_n

te amooo