lunes, 16 de agosto de 2010

Meses.

Últimamente he desarrollado la (¿buena? ¿mala?) costumbre de hablar solo. Si alguna vez lo notas, no te preocupes, no padezco de nada extraño. No, tampoco soy -tan- peligroso.

De unos meses para acá he decidido que la mejor manera de exponer puntos de vista es hacerlo al viento. Puede que algún discurso monte el viento y vaya a caer a oídos de alguien. Uno nunca sabe. Hace cuatro meses decidí poner en marcha mi plan: manejé hacia un parque solitario a mitad de la noche, me senté en una banca y comencé mi discurso. Hablé, hablé, hablé hasta que mi gargante no pudo más. Y aún después de eso, hablé un poco más. Es todo lo que necesito por ahora. Hablar. No es indispensable que alguien escuche. Alguien lo hará de cualquier forma.

Tal vez no pase nada. Hasta ahora nada ha pasado.

1 comentario:

aamb dijo...

Sola para que sepas que leí rápido, luego te escribo más.

te amo